Opinión
Javier Abad 23 SEPT 2025
La saturación de la red eléctrica amenaza el desarrollo industrial de Valencia

Cuando hablamos de transición energética solemos imaginar parques solares, aerogeneradores, coches eléctricos o viviendas eficientes. Pero todo esto depende de algo menos visible y, sin embargo, decisivo: la red eléctrica. Y en Valencia, esa red está al límite.
Hoy más del 80% de la capacidad de conexión en la provincia está ya ocupada. En términos prácticos significa que cada vez resulta más difícil conectar nuevos proyectos: desde empresas que se quieren implantar en nuestro territorio o que quieren electrificar sus procesos hasta viviendas que necesitan una acometida o ciudadanos que buscan un punto de recarga para su coche eléctrico.
El freno a la industria valenciana
Este problema no es solo técnico. Está bloqueando el crecimiento industrial de Valencia en todos los niveles.
La industria cerámica, la química, la alimentaria o la logística necesitan más electricidad para modernizarse y reducir emisiones. La alta demanda de operadores para la construcción de centros de procesos de datos es una gran oportunidad para nuestra comunidad y debido a la saturación de los nodos y escasa potencia disponible están buscando otras comunidades para su desarrollo. La gran empresa o pyme que apuestan por la eficiencia energética o por el autoconsumo con placas solares y baterías, no encuentran hueco en la red. Y las inversiones estratégicas en nuevos sectores, como el almacenamiento energético o el hidrógeno renovable, se topan con un muro infranqueable.
Si no hay capacidad en la red, la industria valenciana pierde competitividad frente a otras regiones. No podremos atraer inversiones extranjeras ni consolidar proyectos innovadores. En un momento en el que la descarbonización es clave para acceder a financiación, ayudas públicas y mercados internacionales, este bloqueo es un lujo que Valencia no puede permitirse.
El impacto va más allá de las fábricas. La saturación de la red condiciona también la construcción de nuevas promociones de vivienda, porque no se pueden garantizar suministros eléctricos suficientes. Complica el despliegue de comunidades energéticas locales y frena el desarrollo de puntos de recarga, algo fundamental para extender el uso del coche eléctrico.
En otras palabras: si no reforzamos la red, el futuro sostenible de Valencia quedará atrapado en un embudo eléctrico que afecta a la economía, al empleo y al bienestar ciudadano.
Qué hacer y cómo hacerlo
Desde la ingeniería industrial lo vemos claro: es necesario invertir en infraestructuras de red. Necesitamos reforzar y ampliar la red eléctrica con visión de futuro. No basta con cubrir las necesidades actuales: hay que anticiparse al crecimiento de la electrificación y ampliar urgentemente las capacidades de transporte tanto para consumo como para generación. También hay que invertir intensivamente en almacenamientos en las redes, de modo que se consiga aumentar la estabilidad de red cubriendo los picos de demanda y la sobreproducción.
Igualmente urge una modernización tecnológica. La digitalización y las redes inteligentes son la clave para aprovechar mejor la capacidad existente e integrar el almacenamiento energético.
La agilidad administrativa es imprescindible. La burocracia no puede ser un freno añadido. Los proyectos de refuerzo y conexión deben resolverse en meses, no en años.
La industria y los operadores necesitan seguridad regulatoria para movilizar inversiones millonarias. Y el urbanismo, la energía y la industria deben caminar juntos en una planificación integral que evite cuellos de botella como el actual.
Valencia no puede quedarse quieta
La Comisión Europea ya ha advertido de que la saturación de redes es un riesgo para toda Europa y prepara un Paquete de Redes Europeo. Pero Valencia no puede esperar a que las soluciones lleguen de fuera.
Tenemos sol, viento, empresas innovadoras y talento. Pero sin red suficiente todo esto se convierte en buenas intenciones. Lo que está en juego no es solo la transición energética: es el futuro de nuestra industria, la capacidad de atraer inversiones, el desarrollo de vivienda y la competitividad de la Comunitat Valenciana.
No podemos permitirnos frenar nuestro desarrollo por falta de infraestructura eléctrica. La red es la autopista del siglo XXI, y si no la ampliamos y modernizamos, el tráfico —industrial, económico y social— quedará bloqueado.
La ingeniería industrial está preparada para aportar soluciones técnicas y realistas. Lo que necesitamos ahora es voluntad política, inversión decidida y una visión de futuro que garantice que Valencia no se queda atrás.